Escuelas Taurinas, «Escuelas de valores»

  • Artículo de Antonio Cepedello

El respeto, la solidaridad, el compañerismo, la constancia, la paciencia, la entrega, la belleza, la disciplina, la amistad, el esfuerzo, la superación del miedo, el estudio o la laboriosidad son algunos de los valores que las Escuelas Taurinas inculcan en sus alumnos, porque su función no sólo es didáctica y taurina, sino que también abarca todas las facetas de la vida.

Estos centros no forman a los jóvenes y adolescentes nada más que para ser toreros, sino también para que sean mejores personas, además que les ayudan en los problemas sociales que se les presentan a diario en estas edades tan importantes y críticas, cuando se decide el futuro de todos ellos.

Las Escuelas Taurinas evitan que muchísimos críos acaben perdidos en los vicios más habituales en estos momentos entre sus compañeros y amigos, porque les facilitan el apoyo que no encuentran en su entorno.

Estas entidades abarcan en sus clases, además de conocimientos taurinos, las enseñanzas y promoción de hábitos saludables de vida, que incluyen desde una alimentación sana y equilibrada hasta la práctica diaria de ejercicio físico, junto al contacto directo con la Naturaleza o las actividades más recomendables para las edades de sus alumnos.

A pesar de todo ello, las Escuelas Taurinas no tienen aún la consideración y el tratamiento como centros de formación para jóvenes y adolescentes, tanto a nivel académico como económico, por motivos injustificados y discriminatorios por completo. Y suman ya dos siglos de historia, porque la primera se creó en 1830 en Sevilla.

Este agravio se une al que sufren también en el terreno cultural, al preservar y fomentar una de las tradiciones y riquezas más importantes y relevantes en España, que además es la única diferenciadora del resto de países de Europa y de casi todo el mundo. Algo inaudito en cualquier otro sitio, pero real en España y hasta justificado por algunos sectores, dentro de su ignorancia y prejuicios absurdos.

No es ya sólo cuestión de utilizar todos estos argumentos para pedir un trato justo con las Escuelas Taurinas, sino que solo es algo de pura lógica y equidad. Cada uno puede estar a favor o en contra de ellas, a pesar de estar bien acreditado y justificado todo lo anterior, pero nadie puede negar su trabajo beneficioso  y su inmensa ayuda prestadas a miles de niños, adolescentes y jóvenes españoles.

Por todo ello, exijo de inmediato un justo y mejor tratamiento para todos estos centros, acorde a la labor que llevan a cabo, tanto por parte de las instituciones públicas como de nuestros gobernantes. Pero no sólo de ellos, sino también de los profesionales taurinos, tanto toreros como empresarios de plazas y apoderados. ¿Por qué no dedican todos un pequeño porcentaje de sus millonarias ganancias a financiarlos? Piensen que sin ellos no hay futuro en la Tauromaquia.

La acusación de que sus alumnos torean igual es tan absurdo como evidente su falsedad. Qué tiene que ver, por ejemplo, el estilo de toreros como ‘Joselito’, ‘El Fundi’ o ‘El Bote’, que asistieron juntos a la Escuela Taurina de Madrid en la década de los 80 del siglo pasado. Pues nada de nada. Está claro.

Lo siento, Morante, pero en este tema discrepo por completo contigo, aunque respeto tu opinión al respecto, y por ello te dedico este humilde artículo en defensa de las Escuelas Taurinas. ¡¡Va por ti, José Antonio!!

Texto: Antonio Cepedello