- Hoy llega la primavera, la luz en la dehesa, esperanza del medio rural, valor incalculable para el ser humano
Entra marzo mayeando con el calendario de la vida y el campo rompe espectacular en amalgama de colores de increíble plasticidad y hermosura.
Y entre las plantas el toro de lidia se despereza, cambiando el pelo de invierno para echar a andar un año más junto a aquellos hombres y mujeres que creen en su tradicional simetría, juntos, unidos, incardinados para mostrar su gen de existencia y razón: La bravura.
Bravura del toro de lidia que pita y reburdea por las dehesas venteando el nuevo tiempo, ese de volver a empezar y bravura esperanzada también de los hombres que creen en su simbología y caminan al lado de esta muestra increíble de la naturaleza que representa un animal bravo que topa y embiste con empuje y nobleza.
Hoy entra la primavera en la dehesa, ese privilegiado y celestial campo animal, protegido por el ser humano ganadero, querido y amado como su propia vida donde mantiene la esperanza y el cuidado digno de mérito y aplauso, por una especie animal que va unida a la misma existencia del hombre hispánico: El bos taurus ibericus, el TORO.
Pacen y rumian estrellas y se levanta el morlaco del sesteo invernal, de la pausa y tranquilidad, silencio y sosiego para dar paso a los momentos de bullicio, estrépito, bulla, alegría y días de toros como auténtico protagonista de una fiesta que antes llamaban nacional y que ahora han cambiado como tantas cosas por la de fiesta brava.
Miles de hectáreas de terreno están protegidas por el ser humano y fomentadas en aras a la naturaleza y sus leyes, respetando todo cuanto en ella vive y quiere vivir. Y lo hacen gracias al toro de lidia que es el rey del lugar, el animal que despierta en muchos admiración, respeto, valor y grandeza.
Hoy llega la primavera, la luz en la dehesa, esperanza del medio rural, valor incalculable para el ser humano. Vuelve el tiempo a ejercer de palmero y «agradaor» voluntario. Ahí vive el toro de lidia, la hermosura animal hecha fuerza y poder.
Texto: Jesús López Garañeda