Una vez más hemos sentido el calor y apoyo de toda la familia taurina, Eugenio de Mora que sustituía a Ginés Marín, Diego Urdiales, Manuel Escribano, Álvaro Lorenzo y el novillero Marcos, junto a todo el público, consiguieron que VICTOR BARRIO estuviera al lado, se le ha sentido presente.
Una gran tarde de toros la vivida en Villaseca, con tres cuartos de plaza, sin llegar a llenarla por el temor a la amenazante lluvia y aunque nadie se aburrió durante el festejo, creo que no cabe una crónica al uso, lo de menos es eso porque el protagonista ha sido quien nos dio unos lances desde el Cielo, Víctor Barrio y su Fundación, que gracias a su Viuda, Raquel Sanz, tienen el empeño en que las palabras de Víctor “LA TAUROMAQUIA, MAS QUE DEFENDERLA, HAY QUE ENSEÑARLA”, sean un referente, en especial entre los más jóvenes.
Enhorabuena Raquel por quitarte “ese luto” y no cerrarte a llorar esta pena para tí, has decidido continuar una labor, que sin quitar esas tristezas y ausencia, hace que VÍCTOR BARRIO y su mensaje sean un himno en la tauromaquia.
Se abrió el festejo con el Himno Nacional al hacer el paseíllo acompañado al finalizar con una gran ovación, la que casi se prolongó para hacer salir a los medios a los actuantes para agradecerle su gesto.
Inició EUGENIO DE MORA, con el gran novillo de Jandilla, poder y temple su sello, aprovechó el buen oponente llegando de inmediato al tendido. Una oreja.
DIEGO URDIALES, nada que contar, sin novillo imposible torear, al de LOS Candiles tenían que haberle echado para chiqueros, pero nos dejaron sin poder disfrutar de este gran torero.
MANUEL ESCRIBANO no dejo indiferente a nadie, con ese pellizco sevillano y su poderío en banderillas, el de Gerena desplegó sus armas de buen artista, el público le pidió dos orejas pero el presidente decidió sacar solamente un pañuelo. Quiero destacar de Escribano su gran valor humano, grande como Torero, pero como persona… difícil poner un calificativo a alguien tan enorme, ¡Gracias!
ÁLVARO LORNZO con «Boticario», de Conde de Mayalde, aunque le pudo hacer daño por la voltereta que le dio, no hizo honor a su nombre y todo quedó en unos moretones, Álvaro dejó ver lo que sigue creciendo con su clasicismo y pureza como concepto, sin desmerecer a los demás, lo más destacado de la tarde. Dos orejas.
MARCOS comenzó como su novillo de Montealto, «Liviano», al avanzar la faena se fue acoplando a un buen novillo que le permitió lucirse y al aficionado disfrutar de ello, paseó una oreja.
Cierro este festejo destacando un acto de jugarse la vida sin disimulos, Gonzalo Lorenzo, hermano de Álvaro Lorenzo, al ver la fea cogida sufrida por el matador, saltó al ruedo para junto a los subalternos y compañeros sin nada en las manos y al ver como el astado se celó con Lorenzo, sin pensarlo agarró literalmente al novillo por los pitones a cuerpo descubierto, otra lección del Toreo.
Escrito/Foto para NovilladaSin: Carlos Pinto